Biografía
Julio Malarino
Nací en 1971 en Buenos Aires, Argentina. Mi madre Liliana López era docente, y Jorge Malarino mi padre, en mi juventud, trabajaba en una carpintería de aluminio y siempre estaba haciendo muchos trabajos manuales en su tiempo libre. Ayudándolo tuve mi primer contacto con las herramientas.
Como la gran mayoría de las familias en Buenos Aires, fuimos muy influenciados por costumbres culturales de inmigrantes europeos. Españoles de parte de mi madre y del lado de mi padre, Italianos y Alemanes.
Elegí la influencia de mi lado italiano por su creatividad, diseño, alegría, espontaneidad y su amor por la buena gastronomía. Pero era absolutamente imposible evitar el perfeccionismo y la puntualidad alemana, además la tenacidad y el compromiso de la gente de España.
Cuando mi familia se mudó a Olivos (el barrio que todavía elijo para vivir) en 1980, pasé mi infancia en las calles jugando fútbol, trepando árboles y andando en bicicleta. La música y las guitarras entran en mi vida unos años después, cuando empiezo a tocar guitarra y formo una banda de rock con amigos del barrio. La primera vez que me animé a poner las manos en una guitarra fue con mi FAIM Les Paul. Una reproducción argentina de la Gibson. Fue mi primera guitarra eléctrica y la toqué durante muchos años.
En 1988 terminé la escuela secundaria y decidí estudiar diseño gráfico en la Universidad de Buenos Aires, allí fui alumno y luego docente durante unos 10 años, paralelamente enseñé en el Instituto Universitario Nacional del Arte. En esa época seguía tocando la guitarra y la luthería era solamente un pasatiempo surgido de la necesidad. En los años 90, la mayoría de los luthiers todavía se negaban a aceptar aprendices y menos a enseñar en mi país. La primera persona que generosamente me mostró un taller fue Axel Rudich, él estaba haciendo más reparaciones que construyendo y alternaba sus habilidades como guitarrista y constructor de guitarras. Era especialista en electrónica y con el tiempo trabajó junto a Ken Parker, diseñando la electrónica de la Adrian Belew Signature Fly. Lamentablemente falleció en un accidente de tránsito a temprana edad. Pero sin duda Axel fue quien sembró la semilla de la curiosidad en la luthería cuando me dejaba pasar tiempo en su taller, conversando y viéndolo trabajar en el período desde que lo conocí hasta que se fue a vivir a Estados Unidos.
Con Esteban Gonzalez tuve más suerte y más historia, él me mostró su taller, me permitió verlo trabajar, me aceptó en su taller compartiendo su conocimiento y finalmente en 2002 decidimos asociarnos en el proyecto educativo El Virutero. Esteban es un gran luthier, que ha hecho mucho por los artesanos de mi país, ya que entre otras cosas fue uno de los fundadores de la Asociación Argentina de Luthiers.
A pesar de considerarme autodidacta en la luthería, porque no tuve la oportunidad de tomar clases, tanto Axel como Esteban han sido sin duda mis maestros. Y estaré agradecido de por vida a ambos.
Mi primer taller fue un pequeño alero, fuera de mi casa, sin paredes. Todas mis herramientas entraban en una caja. Al poco tiempo, lo trasladé al garaje de la casa que estaba conectado a la cocina, y poco a poco fui avanzando hasta que el espacio fue completamente invadido. En ese momento, pude construir un lugar agradable para trabajar en la parte posterior de la casa (y volví a comer sin aserrín!), estuve trabajando allí por muchos años hasta que lo instalé definitivamente en 2012 en la calle Malaver, siempre en Olivos.
El taller está en casa, trabajo con mi esposa, con mi familia. Todo el día hago lo que más me gusta y lo que hago mejor. No trabajo, juego en mi taller, realmente disfruto mucho y vivo de eso!
Invierto todas mis ganancias en mi taller, herramientas, máquinas, materias primas, tecnología y capacitación. Gracias a esto, logré tener disponible un hermoso lugar, grande y bien equipado para trabajar, que intento seguir mejorándolo cada día. Pero cuando pude ver que la mayoría de las herramientas estaban muy a menudo sin usarse, que no podía utilizar más de un formón a la vez, además veía que las máquinas estaban más tiempo apagadas que encendidas, y por otro lado, había estado viendo a algunos alumnos con la imposibilidad de obtener un lugar como el mío. En ese momento, decidí aprender a trabajar en equipo, a formar asociaciones con colegas y estudiantes, mudé El Virutero a mi taller y creé Malarino Guitarras que incluye: Malarino Luthier, El Virutero, Malarino Reparaciones, Y Malarino & Cía.